La ficción autista
THE REHEARSAL
(2025)
Nathan Fielder
Sin duda, si hay un fenómeno curioso en la ficción televisiva actual, se llama Nathan Fielder. Mezclando géneros como el reality show, el docudrama, la performance y el fake, consigue -con la excusa del humor- introducirnos en un psicoanálisis personal que lleva demasiado lejos a su protagonista, tanto que le conduce a una especie de catársis que en sí misma se convierte en el objeto del experimento. The rehearsal (El ensayo) se basa en la extraña idea de conseguir una garantía de éxito en los momentos cruciales de nuestra vida para que, llegado el momento, actuemos de una manera eficaz, perfecta, acorde a nuestros deseos. La imposibilidad real de la propuesta hace que la serie-artefacto sí lo sea. Nathan Fielder dirige esta paranoia pseudocómica en la que el espectador nunca sabe si lo que ve es real o no, porque Fielder intenta controlar el azar de la vida a través de una serie de personas para resolver sus problemas íntimos de una manera exitosa.
El uso de la entrevista como género, de la investigación como hilo, de la incompletud como seña de identidad, de la multiplicidad como método, de la fragmentación como lenguaje, de la síntesis frente a la dualidad, del montaje como un arte laberíntico, de la naturalidad más allá del ego y de la imagen más allá de la imagen son algunas de las cualidades de esta miniserie que también podría ser una película postmoderna, superando el propio concepto, haciéndolo regresar al humanismo. Al mensaje profundo y útil de la filosofía práctica de los clásicos.
¿Quién soy yo?
¿Quién eres tú?
¿Qué somos en realidad?
Conócete a ti mismo.
Así Nathan debe ir construyendo una segunda realidad donde ensayar de manera clínica la propia existencia. La potencia de la propuesta hace que, a lo largo del proceso, Fielder se convierta en una especie de científico de laboratorio, empeñado en entrenar a una serie de individuos a teatralizar sus propias emociones para lograr futuros posibles, intentando anticiparse a la propia suerte. Para ello, intenta imitar a la vida en todos sus detalles, en el mayor alto grado -a la manera de Synechdoque NY de Charlie Kaufmann-, acumulando toda la información posible para no fracasar, siendo lo más minucioso, lo más quirúrgico.
Si uno quiere imitar a la vida para mejorarla debe ser muy exhaustivo, como un pintor hiperrealista.
Por eso podría compararse su obra con la de pintores como Richard Estes o Charles Bell y la de escultores como Ron Mueck, Duane Hanson o Maurizio Cattelan, al mismo tiempo que se podría asegurar que la ficción de Nathan Fielder nada en las proteicas aguas de Zelig (1983) de Woody Allen, en la densa psicología de Tras el ensayo (1984) de Ingmar Bergman o en el tono sentimental de Imitación a la vida (1959) de Douglas Sirk. La atmósfera delirante y mágica procede de una admiración no confesada de toda la obra de Charlie Kaufman, combinada con una cultura popular de televisión muy bien digerida y bien conocida por el autor.
Fielder parece pretender que todo sea mejor que lo real, ¿una vida HD? Tras esta idea, el espectador empieza a percatarse de que en la serie ocurre algo personal: Nathan Fielder comienza a involucrarse de forma emocional y termina siendo una cobaya de su propio experimento. En la primera temporada intenta ayudar a una mujer que desea tener un hijo, proveyéndola de toda una experiencia completa y exprés, en la que Fielder irá incluyendo actores-niños de todas las edades de la crianza, que simularán ser hijos de esta señora en diferentes edades. Fielder simulará ser su marido, en medio de una circunstancia creada llena de aceleracionismo y absurdo, viviendo una vida donde el tiempo no parece tener cabida. Pero sí lo tiene: si uno se fija en el cambio del rostro de Fielder a lo largo de las temporadas, observará un cansancio y un envejecimiento exagerado; su mentalidad cambia su cuerpo, lo refleja.
¿Se cree Nathan Fielder un dios? Pues parece ser que jugar tan al límite lleva a este cómico a una dimensión en la que empieza a revelar su verdadera identidad, su cara oculta. Nathan Fielder es un cómico que se caracteriza por ser frío y calculador, educado, parco en palabras e irónico. Llegado un momento, el espectador siente que Fielder puede sufrir cierto nivel de autismo. Esto es real y es lo que se comienza a desvelar a mitad de la serie, cuando Nathan -que tampoco tiene hijos ni sentimientos hacia niños- consigue sentir algo profundo por uno de ellos que no deja de llamarle papá. Para Fielder es nuevo y se descubre en un terreno virgen. De hecho, en una de las temporadas, visita una fundación dedicada al autismo y al hacer unas pruebas, se da cuenta que encaja en ciertos patrones de la enfermedad.
Durante la segunda temporada todo cambia y se vuelve más serio. La ficción parece desaparecer casi por completo. Fielder se cuestiona a sí mismo y descubre que la comedia no sirve para llegar a la verdad. La comedia no puede ser seria, no puede tratar temas serios; hay que dejar el surrealismo y adentrarse en el realismo. Temas humanos. Es necesario abandonar la banalidad y el cinismo para terminar la serie, hay que aceptar que el espectáculo -tal y como hoy está concebido por la industria- está muerto, es infame, vulgar, inhumano; ¿de qué nos reímos cuando nos reímos?
The rehearsal es una anticomedia al estilo The Day The Clown Cried (1972) de Jerry Lewis, una película inacabada y censurada que nunca vio la luz, castigada -seguramente- por su poderoso mensaje.
En la segunda temporada, Fielder se propone mejorar la relación personal entre pilotos de aviación comercial, según él, el gran causante de la mayoría de accidentes aéreos. Al no confiar el uno en el otro, no se toman las decisiones adecuadas. Todo esto le llevará a profundizar en la vida de pilotos reales a partir de los cuáles investigará el verdadero problema: ¿el amor, el dinero, la soledad? ¿No será que la mayoría de pilotos son unos solitarios patológicos que no saben relacionarse con normalidad, carentes de empatía? Finalmente él se convertirá en piloto para terminar el experimento pero, ¿no acaba de nuevo siendo él mismo su objetivo?
The rehearsal es un artefacto televisivo que cruza el umbral del artificio banal y aniquila la comedia para pasarse al psicoanálisis práctico. Nunca en la historia de la televisión se había hecho algo parecido, algo tan complejo, tan sofisticado, tan verdadero. Tan inesperado. El truco del interés creado por Fielder es su relación con lo humano; su virtud es darse cuenta de que él mismo es defectuoso, insensible. Fielder está enfermo, pero acaba de darse cuenta de que lleva toda la vida mirando para otro lado, volcando sus debilidades en la comedia banal, ridiculizándose a sí mismo y a los demás para no pensar en lo obvio, en su cara en el espejo.
Por primera vez siente que su trabajo puede cambiar algo verdadero.
El método Fielder es en sí mismo una utopía: hay que ser los demás para comprender a los demás, los demás tienen que ser tú mismo para que tú mismo puedas verte, debes ser ficción y a la vez metaficción para que la historia sea verdadera, debes dirigir, actuar, escribir, grabar, pilotar, pensar, dejar de pensar, calcular, leer, disfrazarte, ser pequeño, grande, frío, caliente... ser todo para descubrir algo de ti que no sospechabas o que llevabas negándote a mirar toda la vida. Ser la Naturaleza en sí misma, una especie de dios oscuro que juega entre humanos.
Tu identidad al descubierto gracias a un chiste que se vuelve demasiado pesado.
Algunos críticos han comentado que se trata de una conversión del creador en héroe, en una necesidad inconsciente de Fielder en ser aplaudido, de una correlación del autismo con el heroísmo. Una necesidad nacida de la ausencia. Fuera del narcisismo ególatra de una estrella de la televisión -sea ficción o no- la realidad creada por Fielder es tan poderosa que será muy difícil que alguien invente algo tan ingenioso y lo lleve a cabo de una manera tan fina. La enorme ambición que empuja la serie es un misterio y nos preguntamos constantemente qué le hace seguir insistiendo, qué le obliga a forzar las cosas hasta el final; en definitiva, ¿cuál es el final?
La obsesión como leit motiv del arte siempre ha sido el buque insignia de la mayoría de los grandes artistas. Los gestos irracionales, las ideas absurdas, las empresas imposibles... Nathan Fielder consigue desarrollar una estética particular que confiere a la narrativa un tinte onírico que nos permite avanzar a través de sus sorprendentes y retorcidas ideas. Sin darnos cuenta estamos secuestrados: el avión lo pilota una persona que reacciona de forma distinta, una especie de extraterrestre con buenos sentimientos. Si algo consigue Fielder con The rehearsal es demoler la banalidad y el imperio de la comedia que hoy domina el espectáculo en occidente y demostrar que sólo lo humano como objeto, la verdad como herramienta, puede conducir a la ficción a ser válida en una sociedad carente de valores, insensible y con todos los respetos, autista.
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