"No puedo ya ir contigo, Peter. He olvidado volar, y...
Wendy se levantó: él lanzó un grito de dolor
James Matthew Barrie, Peter Pan.
James Matthew Barrie, Peter Pan.
Pero
conoceremos otras primaveras, cruzarán el cielo otros nombres
-Jane, Margaret-. El desvío en la ruta, la visita a la
Isla-Que-No-Existe, está previsto en el itinerario. Cruzarán el cielo
otros nombres hasta ser llamados, uno tras otro, por la voz de la
señora Darling (el barco pirata naufraga, Campanilla cae al suelo
sin un grito, los Niños Extraviados vuelven el rostro a sus
esposas o toman sus carteras de piel bajo el brazo, Billy el Tatuado
saluda cortésmente, el señor Darling invita a todos ellos a tomar
el té a las cinco). Las pieles de animales, el polvo mágico que
necesitaba de la complicidad de un pensamiento, es puesto tras de
la pizarra, en una habitación para ellos destinada en el n° 14 de una
calle de Londres, en una habitación cuya luz ahora nadie enciende.
Usted lleva razón, señor Darling, Peter Pan no existe, pero sí
Wendy, Jane, Margaret y los Niños Extraviados. No hay nada detrás
del espejo, tranquilícese, señor Darling, todo
estaba previsto, todos ellos acudirán puntualmente a las cinco,
nadie faltará a la mesa. Campanilla necesita a Wendy, las Sirenas a
Jane, los Piratas a Margaret. Peter Pan no existe. «Peter Pan,
¿no lo sabías? Mi nombre es Wendy Darling». El río dejó hace
tiempo la verde llanura, pero sigue su curso. Conocer el Sur, las Islas,
nos ayudará, nos
servirá de algo al fin y al cabo, durante el resto de la semana. Wendy,
Wendy Darling. Deje ya de retorcerse el bigote, señor Darling,
Peter Pan no es más que un nombre, un nombre más para pronunciar a
solas, con voz queda, en la habitación a oscuras. Deje ya de
retorcerse el bigote, todo quedará en unas lágrimas, en un sollozo
apagado por la noche: todo está en orden, tranquilícese, señor
Darling.
Unas palabras para Peter Pan, de Leopoldo María Panero,
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