martes, 20 de mayo de 2025

MAYO 25






Mensajes del futuro

Carry-on 
(2024)

Jaume Collet-Serra



Al ser lanzados en la historia, al tener que participar 
en el trabajo y las luchas que la constituyen, las personas
se ven forzadas a afrontar sus relaciones de una forma 
realista.
 
Guy Debord


¿Sirve una película para algo?, ¿tiene el cine alguna función actualmente o sólo forma parte de ese aparato entretenedor que se está comiendo todo, vaciando de significado y sentido cada rincón de lo humano? Consumir demasiada cultura contemporánea acaba teniendo consecuencias graves: tener un dieta fílmica basada en la cartelera y las series, leer exclusivamente bestsellers y escuchar sólo la última canción de moda, perjudica seriamente la salud; deberían obligar a colocar cartelitos con mensajes corrosivos antes de cada producto como en las cajetillas de tabaco. El tabaco es un droga, la cultura, un sistema lobotómico. Si el espectador-lector-oyente no crea su propio criterio, seleccionando del frutero las piezas que necesita, todo se convierte en un bufet libre indiscriminado de basura potencial.

El 90% de las películas de estreno son pura redundancia o simples contenedores virtuales de publicidad engañosa. La moralina barata, la violencia, la pornografía, la cultura de la mentira, la evasión gratuita, el humor zafio, el guión pobre y la falta de talento son ingredientes normalizados en la parrilla audiovisual proyectada en gran formato en los cines de todo el mundo. El mensaje fraudulento no debe parar de repetirse, la banalidad debe seguir en marcha para que el mundo del ingenio, del arte, de la virtuosidad, en definitiva, del humanismo cultural, se olvide o quede relegado a un rincón oscuro a modo de reliquia donde pocos se asoman y sólo por curiosidad. Hay que reducir a las personas a productos, a fenómenos de usar y tirar, ¿qué es si no la pornografía,  qué es si no una rentabilización del cuerpo, la conversión de la carne en cash, de la intimidad en vouyerismo de pago?

El cuerpo se convierte en moneda de cambio y las imágenes son sus portadoras. Cada fotograma -cada pixel- establece una relación de consumo con un público que se siente inocente al degustar las mayores barbaridades por un módico precio -que cada día aumenta-. ¿Qué son las grandes plataformas audiovisuales sino supermercados de imágenes transgénicas, tóxicas, manipuladoras y constructoras de falsas identidades, predicadoras de falsas ideas sobre el ego, el destino y el Yo? ¿No han creado un sistema especulativo de simulacros donde una autoayuda perversa se dispara a cañonazos hacia la mente de miles de millones de espectadores intentando hipnotizar a una masa que se cree invulnerable sentada en el sofá de su habitación?

Todo tiene un precio y la vida occidental lo está pagando con crecres: depresión, narcisismo, ultraviolencia, analfabetismo, ignorancia, materialismo desatado, confusión, avaricia, conspiranoia y lujuria enfermiza. Traumas crónicos en definitiva. El borreguismo ilustrado se refleja en las tragaderas del personal generalizado y acrítico, consumiendo cualquier tipo de sustancia audiovisual, sin importarle la calidad del solomillo fílmico o el vacío decrépito repleto de florituras vacuas, insubstanciales. Hoy, más que nunca, sería muy importante revisar las teorías de Noël Burch sobre los sistemas de representación institucionales (Hollywood) y replantearse si los objetivos de desinformación y adormecimiento siguen vigentes o incluso, han sido superados por estrategias aún más fatales que las de cine clásico.


Todo el mundo es consciente de haber sido escolarizado, de haber pasado por procesos de lecto-escritura, pero nadie parece darse cuenta de que nadie nos ha enseñado a leer imágenes. Noël Burch nos habla de la necesidad de desnaturalizar el hecho de relacionarnos con las imágenes; si fuésemos conscientes, nos daríamos cuenta de lo vulnerables que somos. Por otro lado, la idea de la evolución cinematográfica está popularmente vinculada al progreso tecnológico, concepto totalmente equívoco y materialista. Las máquinas no saben contar historias, no saben nada de lo humano.

Hoy las películas son más que nada juegos de niños destinados a un público infantilizado que no quiere demasiada complejidad y sólo demanda emoción rápida y aparatosa: por eso los directores de terror están teniendo tanto bombo en la actualidad y por eso los subgéneros están cobrando una importancia desconocida. Apartada del tablero toda película profunda o demasiado sensible, intelectual o demasiado seria, el campo de batalla está disponible para todo tipo de tontas monstruosidades, asesinos en serie, violaciones, guerras, mafiosos y hackers superdotados dispuestos a mostrar el cartón de la realidad a través de una tecnología fantástica que lo puede solucionar todo.

Hay una película bastante mala -dirigida por Kathryn Bigelow- llamada Strange days (1995) en la que su protagonista trafica con laser discs como si fueran cocaína. Este antecedente ciberpunk de Matrix y otras películas finiseculares, nos muestra torpemente cómo una sociedad imbuida en el caos y la precariedad necesita de experiencias virtuales para sentir placer, para reconciliarse con ella misma. Sólo la ficcionalización de emociones fuertes, de momentos improbables, puede generar una catarsis existencial en un mundo que ha reducido a cero su empatía, su imaginación.

El control de lo imaginario lo ejerce hoy Hollywood: son los sumos sacerdotes de las temáticas y la estética de la imagen. Han convertido lo comercial en la única alternativa del mundo audiovisual, generando un mundo digital -muy alejado del arte cinematográfico- frío, lúdico e insultantemente inverosimil. Una cosa es clara: dentro de 50 años, el 99% de las producciones serán olvidadas para siempre, pero no por su abundancia o inactualidad, sino por su naturaleza efímera, circunstancial, irrisoria. Por eso no pertenecen al mundo del arte -si es que alguien se lo estaba preguntando-. El supermaterialismo que inunda el mundo con su exclusiva función práctica de las cosas, hace que todo se conciba para usarse una sola vez lo más rápido posible. Han convencido al personal que hay que vivir todas las experiencias, estar en todos lados, conocer todas las opiniones, opinar de todo, pensar en nada y que la vida sea un tiovivo inútil, carente de todo sentido. Así, han convertido a las películas en un videojuego o en su mejor versión, en un panfleto para retrasados.

En su mejor versión, Hollywood permite estrenar títulos que son copias de grandes éxitos, ya sean remakes -The bikeriders (2023)- o formatos narrativos de éxito como puede ser Carry-on (2024) de Jaume Collet-Serra -trasunto de Última llamada (2002)- o Locked (2025) de David Yarovesky -versión automovilística de Buried (2010) que a su vez es heredera de La cabina (1972) de Antonio Mercero-. Pero la cuestión de la influencia no es el problema, sino la cercanía del referente, la ausencia de pasado. La historia del cine no comienza en el siglo XXI, sin embargo, la mentalidad del puro presente ha endiosado la actualidad y ha transformado en reliquia todo hecho anterior. Para la mentalidad milenial, todo pasado es sinónimo de caducidad; sólo lo nuevo es presente y válido. La gravedad del problema reside en la falta de conocimiento, en la interpretación del presente, de las películas, a partir de vagas opiniones y perspectivas de una actualidad cegada por EEUU, en un eclipse cultural de una magnitud que se estudiará con preocupación en el futuro.

A pesar de todo esto, aún hay obras en las que reside un cierto tipo de mensajes críticos, de guiños al espectador inteligente, que aluden a las enfermedades de la realidad, a las trampas propuestas al individuo y que cuestionan la integridad de lo humano y llevan al límite la idiosincrasia occidental. Una de esas películas es Carry-on (2024), pero también The friend (2024) o Mickey 17 (2025): cualquiera de ellas es dueña de momentos reflexivos que detienen al espectador en temáticas trascendentales como la muerte, la fidelidad o el amor. Aunque rápidamente disuelven los planteamientos, hay aún momentos insignificantes de audacia, loables y -aunque casi imperceptibles- sorprendentes.

Hace poco escribía un notable crítico español que tal vez películas como Ezra (2023) o Eletric State (2025) lleguen a ser en la posteridad el patrón de película comercial del siglo XXI, ficciones puras sin funciones panfletarias o políticas, engendradas con el viejo espíritu de contar historias, de hacer de la ficción un arte, como lo consiguieron en su día films como The Trouble with Harry (1955) de Hitchcock o Sunset Boulevard (1950) de Wilder. Se ha perdido una aresanía, una tensión que hacía del cine una llanura de ilusiones que estaban siempre por encima de los prejuicios o las presunciones. Si hoy podemos seguir hablando con pleno derecho de estas películas es por la única razón de que -aún siendo productos comerciales- supieron ser fieles al Humanismo, a la esencia que nos hace vulnerables, mortales, que nos enseña lo que somos en verdad y no lo que pretendemos ser, que aparta las apariencias y descorre el velo que hoy mantiene opaca a la luz. Las obras maestras de cualquier arte no son infinitas; la basura sí lo es. Acérquense a las grandes películas de la historia, vean maravillas como las animaciones de Betty Boop de los años 30' y 40', vean Cycling The Frame (1988), vean France Tour Détour Deux Enfants (1977), Groundhog Day (1993), Mickey One (1965), Mundo Grúa (1999), Queridísimos verdugos (1977), Anonymous (2011), Beetlejuice (1988), Sauve qui peut -La Vie- (1977), Motel Destino (2024), The Apprentice (2024), Welfare (1975), Tirez sur le pianiste (1960), Secret Ceremony (1968), Dial M For Murder (1954) o La Grande Guerra (1959); vean esto y comenzarán a sentir unas cosquillas en el estómago que les transportarán a un sentimiento distinto, a un lugar diferente de la realidad, donde la misma realidad se hace alimento, pensamiento, placer verdadero.

Los mensajes del futuro vienen del pasado.

 

 


El espectáculo es el capital en un grado tal 
de acumulación que se transforma en imagen. 
 
Guy Debord
 
 
 
 
 
 
 

miércoles, 14 de mayo de 2025

MAYO 25. DAVID LYNCH





 

 DAVID LYNCH

 Es una gran tristeza pensar que hemos visto una película en nuestro puto teléfono

Breve glosa al libro El hombre de otro lugar de Dennis Lim 

 

 
 
La negatividad es enemiga de la creatividad . La intuición es la clave de todo: en la pintura, el cine, los negocios... en todo. Creo que puedes tener cierta capacidad intelectual, pero si logras agudizar tu intuición, que, según dicen, es la unión de la emoción y el intelecto, entonces surge la certeza.
 
D. L.
 
 
Nació en Missoula, Montana, el 20 de enero de 1946. 
David Lynch fue un Eagle Scout que desde siempre odió a los psiquiatras y a la pedagogía. De niño fue repartidor de periódicos. Le encantaba recoger trozos de madera para construir cosas: manía que le persiguió hasta su muerte. Le encantaban los lugares pequeños para quedarse aislado 
Gracias al libro de Dennis Lim descubrimos que el joven David Keith Lynch tenía un amigo íntimo cuyo padre era el pintor Bushnell Keeler, quien le enseñó dos cosas providenciales de la vida: que se podía vivir del arte y que Robert Henri -un pintor de finales del XIX miembro de la escuela realista de Ashcan- tenía la clave de todo este oficio. La clave era un libro llamado El espíritu del arte, especie de biblia adorada por artistas como Edward Hooper o Florence Dreyfous, donde aparecían pasajes como el siguiente:  
 
Hay, sin embargo, sociedades de muy pocos, pequeñas camarillas que se forman por simpatía y que creen y sostienen la independencia de sus miembros, y que viven de la variedad de individualidades expresadas. Tal era esa camarilla de la que salieron Manet, Degas, Monet, Whistler y otros de especial distinción. Rossetti, Burne-Jones, los prerrafaelitas, formaban otra. Muchos son los pequeños congresos entre los estudiantes de París, formados por hombres de todos los países, que se unen por una simpatía similar.
La reproducción de las cosas no es más que la ociosa industria de alguien que no valora sus sensaciones, y que terminó con sus imaginaciones cuando dejó atrás la infancia y descubrió que el caballo que había cabalgado en aquellos días felices no era más que un palo de escoba roto.
El viejo Walt Whitman, hasta sus últimos días, fue como un niño en la dulzura y la plenitud de su fantasía. Unas pocas flores en el alféizar de su ventana bastaban para despertar en él las sensaciones más agradables y la filosofía más profética.
Walt Whitman era tal como he propuesto que debe ser el verdadero estudiante de arte. Su obra es una autobiografía, no de desventuras y percances, sino de su pensamiento más profundo, de su vida.
No se nos puede dar un tesoro mayor. Confesiones como las de Rousseau o las de Marie Bashkirtseff son endebles en comparación con esta vida expresada por Whitman, que es tan hermosa, en cuya lectura nos encontramos
.

Cuando Lynch leyó este libro, sólo tenía 15 años. Así, de adolescente pasó a ser un artista romántico.


Descubrimos a su vez que le encantaba una película de Henry King llamada Cabalgata de pasiones (1952) donde, en medio de un aparente mundo perfecto, alguien se atraganta. Nace el humor lynchiano, la vida en el umbral de la muerte: lo siniestro como motivo. Éstas y otras anécdotas irán construyendo la mente del personaje conocido como David Lynch, un ser extraño que nace en 1946; un año antes publican el libro infantil con el que aprenderán a leer todos los niños yankis de yankilandia: Good Times on our street. A Lynch nunca le gustaron las palabras ni la educación, pero la estética y las peripecias de ese libro infantil -protocapitalista- se le quedaron grabadas a fuego: muchas de ellas se verán reflejadas en las animaciones que realizó en sus primeros cortos. 
Según Lim, durante toda su vida fue un obseso por ciertas cosas, hasta el punto que la campaña televisiva electoral de 1984 de Ronald Reagan, le dejó totalmente fascinado y de alguna manera, de ahí nació la estética absurda de Terciopelo Azul; descubrió que había algo de hipnótico en lo utópico, algo de demoníaco en las apariencias. 
 

David Lynch nació en Missoula, Montana, pero también vivió en otros muchos sitios de EEUU, primero, porque su padre trabajaba en las serrerías de madera del Norte del país y segundo, porque llegado un momento, decidió ser artista. Una de las muchas ciudades en las que vivió fue Filadelfia, una ciudad delictiva, sucia y ruinosa; un infierno a su medida, que tras varios avatares, le sirvió para dar vida al mundo de Cabeza Borradora (1977), su primer largo.
 
 
Lim nos cuenta además que Lynch se crió en los bosques de Montana acompañando a su padre en sus labores forestales, viendo caer la resina de los árboles y el devenir de las hormigas rojas. Para él, lo telúrico era lo real; lo industrial: un sueño, una pesadilla. Un sonido. Odiaba ir en metro, odiaba cocinar. Le gustaban los búhos, los caballos, los camiones llenos de troncos. Pasó gran parte de su adolescencia haciendo fogatas en el bosque e ideando bombas caseras; su primer artefacto artístico funcionaba con petardos. 
 
 
El sonido es música, algo invisible, mágico. Hay una tendencia mental en su obra que entra primero por los oídos, por la carne del tímpano. El sonido es lo más importante para Lynch, pues él concibe que lo más poderoso del cine es invisible; la imagen sólo es un puente para establecer un contacto cotidiano con el espectador, con el otro, un pasaje hacia lo oculto de nosotros mismos; buena prueba de ello es su estrecha colaboración musical con Angelo Badalamenti, pero también con músicos de la talla de Brian Eno, John Morris, Al Regni, Chris Isaak, Donovan, Roy Orbison, David Bowie, su pasión por Bobby Binton, Jack Torrey y Page Burkum y Julee Cruise y como no, el desarrollo paralelo de carrera como músico experimental con temas y álbumes tan sorprendentes como: In Heaven (Lady In the Radiator Song), Lux Vivens (Living Light), Dark Night Of The Soul, Crazy Clown Time, Cellophane Memories.
 


Lim nos cuenta que en su juventud, Lynch se hizo amigo de unos empleados de una morgue y que les convenció para que le llevara a ver cuerpos despedazados, restos de cadáveres perdidos de accidentes y tragedias cotidianas. Leyenda o no, Lynch aparece en la biografía de Lym como un ser esquizofrénico, fumador empedernido, bohemio, taciturno, amante de lo escabroso; un ser cuya percepción bascula entre el paraíso y el infierno. 
Hay algo malo en el mundo y no sabemos qué es.
Tal vez se trate simplemente de la propia Naturaleza, ese fenómeno todopoderoso que funciona de forma cruel para seguir funcionando -creación-destrucción-, donde la belleza se convierte en perversidad en un segundo, donde los gusanos se comen al cadáver, donde un bebé es un monstruo. Pura realidad.
 

Sea como fuere, a los 19 años, él y su mejor amigo Jack Fish, abandonaron sus estudios de artes y viajaron a Europa en busca de la mentoría del pintor Oskar Kokoschka; cuando llegaron a Salzburgo, el mítico pintor no estaba. Había desaparecido. Quedaron decepcionados y para consolarse viajaron a Grecia en busca de inspiración, de revelación, de aventuras, pero no encontraron nada. La realidad no era la mente. Su idealización de la vida terminó de un frenazo. Lo que iba a ser una estancia de tres años, acabó en un paseo de quince días en busca de un mundo ya desaparecido.
Así Lynch pasó de ser romántico a un auténtico expresionista abstracto de la realidad, un verdadero cineasta terror: Lynch encontró en Filadelfia la oscura bohemia que buscó desesperado en París, el pasaje de horror que no encontró en Grecia: así nació Cabeza borradora. La rodó durante 7 años en los almacenes del Instituto de Cine Americano, durante parte de los cuáles tuvo que vivir entre los decorados -por la falta de dinero- y donde se divorció, en 1974, de su mujer de entonces: su querida Peggy Lentz.


En su libro, Lim sugiere -sin querer- una idea brillante: Cabeza borradora es la versión de Lynch de Historias de Filadelfia (1940) de George Cukor. El mundo ideal ante el mundo infernal (real), conservando la atmósfera de humor que en ambas películas llega a ser terrible, una, por lo neurótico, otra, por lo tétrico.
Dos ideas de lo cómico que se sintetizan en una tercera, aún más novedosa.
Dualidad. Trinidad.
Lim nos descubre que en esa época, Lynch -para ganarse la vida- fue impresor de grabados, cartero nocturno, que vivió cerca de la antigua casa de Edgar Allan Poe y que -aunque él no lo recuerde- es bastante probable que visitase la colección de Marcel Duchamp en el Museo de Filadelfia, donde en 1969 se incluyó la obra Étant Donnés, la cuál anuncia la esencia voyeaur de  Terciopelo azul (1986).
 
 
No sé por qué la gente espera que el arte tenga sentido. Aceptan que la vida no lo tiene, ¿no?
 

Como todo el mundo sabe, Lynch comenzó haciendo cortos. En realidad eran pinturas y esculturas filmadas que luego se exponían a la vez, proyectadas unas sobre otras, creando solapamientos ilusionistas: Seis hombres enfermos (1967), Absurdo encuentro con la nada (1967), El Alfabeto (1969) o La abuela (1970) son pasos esenciales que hacen avanzar por la escalera del extraño mundo de David Lynch. Así Lim, entre otras cosas, nos cuenta que lo primero que amó Lynch fue Filadelfia, las obras de Francis Bacon, de Oskar Kokoschka y Marcel Duchamp, un libro infantil de los 40' y una película idealista de los años 50' y la publicidad idealista de los 80'. Le encantaba fumar Marlboro, ver cadáveres, los ruidos industriales y hacer fogatas en el campo. Fue alumno de Maharishi Mahesh Yogi, el gran gurú indio de la meditación en California; el gurú de los ricos. Practicó la meditación trascendental desde los años 70' y viajó por el mundo dando conferencias para promover su práctica y conseguir la paz mundial.

¿Qué podría salir de un mejunje de este tipo?

¿Cuál es el verdadero misterio de Lynch? Que no hay misterio, sólo pasión y una fidelidad férrea a los propios principios: su insistencia en una extraña concepción del amor que le llevó a romper cuatro matrimonios (Emily Stofle, Mary Sweeney, Mary Fisk y Peggy Reavey), su peculiar gusto que le hizo incluir en su colección personal piezas tan excéntricas como el útero de Raffaella de Laurentis, aferrarse a su curioso destino artístico llegando a realizar una exposición de pintura de la mano del poderoso Leo Castelli en 1989 o a ganar la Palma de Oro de Cannes por la heterodoxa Corazón Salvaje, a inventar la Garmonbozia (extraña comida de la que se alimentan los oscuros habitantes de la Logia Negra en Twin Peaks) y a perpetuar su constante impostura ante todo lo normalizado, o sea, a ser un verdadero artista a pesar de su fama.



El único proyecto que se le quedó en el tintero fue Ronnie Rocket, una historia que quiso filmar tras Cabeza Borradora. El subtítulo de la película versaba El absurdo misterio de las extrañas fuerzas de la existencia, el cuál resume todo el leit motiv de la obra de Lynch. Se trataba de dos historias paralelas: la de un detective que intenta entrar en una nueva dimensión y la de un enano que tiene el don de la electricidad y puede usarla para cualquier cosa; este enano es Ronnie Rocket. Todo el que haya visto Twin Peaks -en todas sus extensiones- podría identificar múltiples elementos que Lynch fue haciendo realidad en sus ficciones, pertenecientes a este proyecto inacabado: los detectives, los enanos, las electricidad, la estética industrial, las postura gestuales extrañas. Parece ser que quería haberle dado la forma de una película de Jaques Tati.

Hay gente a la que le gustan las películas que se entienden y hay gente a la que le gustan las películas que dejan espacio para que el espectador sueñe. A mí me gustan las que permiten soñar. La comprensión intelectual no tiene más importancia que la posibilidad de sumergirse en cada escena separadamente. Me encanta enamorarme de una idea y ver cómo se transforma en cine, qué va haciendo con esa idea el proceso de filmación.

Esto no lo cuenta Lim en su escasa biografía, pero si alguien le interesa verdaderamente la obra de David Lynch, debe retroceder obligatoriamente hasta sus primeros trabajos -como The Grandmother, Out of Yoner I y II, Iss, Disc of Sorrow, Laura Palmer, Coyote, Mouse, Intervalometer Experiments o Pig-, donde se encuentran todos los gérmenes de su obra y vetas experimentales que fueron quedando a un lado, pero que no desmerecen en nada a cualquier obra posterior. En los llamados trabajos menores de Lynch (cortos, mediometrajes, pinturas, canciones, esculturas, decorados...) se encuentran las claves de sus trabajos narrativos (películas) y se ve reflejada la verdadera mente lynchiana, un mundo oscuro e irónico que quiso pintar el mundo de otro color porque quizás la realidad, a partir de un momento, fue simplemente decepcionante.


 

Una nueva relectura de Lynch está en camino: las nuevas generaciones deben volver a experimentar toda su obra y hacer relecturas que aún no han podido hacer debido a la contemporaneidad del autor y a su dispersa obra que poco a poco va siendo cada vez más accesible y por tanto, homogénea. Lynch no es un cineasta sino un artista plástico con el corazón de un extraterrestre. Por eso, el título del ensayo biográfico El hombre de otro lugar de Dennis Lim, es tal vez lo más relevante de un libro que pasa por encima toda la profundidad de un obra mucho más vasta y extraña y que incomprensiblemente cae en errores garrafales: afirma que se encuentran letras recortadas en las narices de las víctimas de Twin Peaks cuando es debajo de las uñas; cuando habla de Ingrid Bergman, confunde la película Under Capricorn (1949) por Notorius (1946); y por último, cuando hace referencia a la película de Jonathan Demme, Something Wild (1986), dice que su punto de partida es una reunión de antiguos alumnos, secuencia que en cambio se sitúa a la mitad de la película. Lamentable. 


La obra de Lynch irá mutando en el tiempo: debido a su gran ambigüedad y riqueza, las generaciones venideras acabarán llegando a conclusiones que hoy se hacen impensables: que El hombre elefante es la mejor película realizada por Lynch, que Blue Velvet es realmente un bluff o una mal relectura de aquel libro de Baudrillard titulado América, que Mulholland Dr. es una telenovela erótica de mal gusto, que Corazón salvaje es una versión enfermiza de El mago de Oz, que Carretera Perdida es un cuento inédito de E. A. Poe,  que Inland Empire es un sueño lacaniano bautizado con el nombre de la tesis forestal de su padre Donald Walton Lynch, que Twin Peaks es una oda a la electricidad sacada de Cumbres Borrascosas de Emily Brontë, que Dune fue una película rodada por Lynch pero montada por un productor cobarde, que Una historia verdadera es una película de Disney y que Cabeza borradora es el laberinto del cine más tenebroso desde Beckett, película que influyó en todo el cine posterior, incluyendo a la saga de Star Wars (De hecho, George Lucas le propuso dirigir El retorno del Jedi, pero lo rechazó para hacer Dune, una superproducción de 40 millones de dólares que sólo consiguió recuperar 30, por la que se la tachó de fracaso y en la que además -como ya se ha dicho- sólo se le permitió rodar, no montar. Debido a lo cuál, Lynch nunca la aceptó dentro de su filmografía, a pesar de que vista hoy, su bizarrismo dadá gana con el tiempo y a pesar del bárbaro remake de Villeneuve, está considerada como una obra de culto).


Todas mis películas son acerca de mundos extraños, mundos a los que nunca podrías ir a menos que los construyas y los reproduzcas en una película. Eso es lo que verdad me importa de las películas a mí: ir a mundos cada vez más extraños.



David Lynch tuvo cuatro hijos -Jennifer Chambers Lynch (1968), Austin Jack Lynch (1982), Riley Lynch (1992), Lula Boginia Lynch (2012)- de cuatro mujeres distintas: Peggy Lentz (matr. 1967; div. 1974), Mary Fisk (matr. 1977; div. 1987), Mary Sweeney (matr. 2006; div. 2006) y Emily Stofle ( matr. 2009; div. 2023).

Mantuvo una relación con Isabella Rossellini (1986-1991) que acabó siendo imposible a pesar de su gran afinidad; cuando Lynch la conoció no sabía que era la hija del creador del Neorrealismo.

Fumaba 40 cigarrillos suizos al día, o sea, dos paquetes de Parisienne People, que a los 78 años le produjeron un enfisema pulmonar. Su mente era de otro mundo, pero no su cuerpo.


 
Hay que estar dispuesto a dejarse llevar por el mundo abstracto. Hay que querer perderse en él. Si no, se tendrá la sensación de frustración.
 

El misterio es lo que más amo, es el magnetismo de la vida, y me resulta maravilloso saber que de la mayoría de las cosas no conocemos absolutamente nada.

 

 

Es mejor no saber mucho sobre lo que significan las cosas o cómo pueden interpretarse, o tendrás demasiado miedo para dejar que las cosas sigan sucediendo.

 

 

No creo que la gente acepte el hecho de que la vida no tiene sentido. Creo que hace que la gente se sienta terriblemente incómoda. Parece que la religión y el mito se inventaron contra eso, tratando de darle sentido.

 


En definitiva, un artista que supo que era más importante cantar que cualquier otra actividad del mundo. Un poeta, un valiente en un campo de batalla rodeado de orejas llenas de hormigas.
Murió en Los Angeles, el 15 de enero de 2025.

 
Los treinta y tres años que llevo practicando al meditación trascendental han sido clave para mi trabajo en el cine y al pintura y en todos los aspectos de al vida. Han sido un modo de zambullirme más a fondo en busca del gran pez.

 
No me he saltado una meditación en treinta y tres años. Medito una vez por al mañana y otra por al tarde, durante unos veinte minutos en cada sesión. Luego me ocupo de los asuntos cotidianos. Y descubro más alegría al hacer las cosas. Más intuición. El placer de vivir crece. Y la negatividad remite.
 
 
Comencé como una persona normal, me crié en el noroeste. Mi padre era un investigador del Departamento de Agricultura que estudiaba los árboles. Así que yo pasaba mucho tiempo en el bosque. Y el bosque para un niño es mágico. Vivía en lo que suele considerarse un pueblo pequeño. Mi mundo se reducía al equivalente de una manzana urbana, tal vez dos. Todo ocurría en ese espacio. Todos los sueños, todos los amigos existían dentro de ese pequeño mundo. Pero a mí me parecía enorme y mágico. Tenía mucho tiempo para soñar y estar con los amigos. Me gustaba pintar y me gustaba dibujar. Y a menudo pensaba, equivocado, que cuando et haces adulto dejas de pintar y dibujar y te dedicas acosas más serias. En noveno curso mi familia se mudó a Alexandria, en Virginia. Una noche, en el jardín delantero de al casa de mi novia, conocí aun tipo llamado Toby Keeler.


Desde mediados de los años setenta hasta principios de al década de los ochenta acostumbraba a ir a diario al restaurante Bob's Big Boy. Me bebía un batido y me sentaba a pensar. Pensar en una cafetería es seguro. Puedes tomarte un café o un batido y alejarte hacia terrenos oscuros y luego regresar a la seguridad de al cafetería.
 

La idea es todo. Si te mantienes fiel a la idea, en realidad esta te dice todo lo que necesitas saber. Basta con que sigas trabajando para darle el aspecto que tenía la idea, la sensación que transmitía, el sonido que emitía, el modo en que era. Y es raro, porque cuando te desvías, lo sabes. Sabes cuándo estás haciendo algo que no es correcto porque lo notas. Te dice: No, no; esto no se como al idea dijo que era». Y cuando vas por buen camino, también lo notas. Es una intuición: te abres camino pensando y sintiendo. Empiezas en un lugar y, a medida que avanzas, vas afinando. Pero durante todo el proceso al que habla es al idea.

lunes, 12 de mayo de 2025

MAYO 25


 

 

 ZEITGEIST

El espíritu de nuestro tiempo

(2007)

Peter Joseph

 



¿No es cierto que hoy en Estados Unidos los gentiles tienen las tiras de papel mientras que los judíos tienen el oro y el dinero legal? ¿Y no es este proyecto de ley de repudio un proyecto de ley específicamente diseñado y redactado por los cambistas internacionales con el fin de perpetuar su poder?
 
L. T. McFadden

 

Afirma el cineasta Peter Joseph, que la espiritualidad es una simple idea, una intuición. Hasta ahora el mundo se ha regido por sistemas teístas que se rigen por lo moral; en cambio, el presente se revuelca en el paganismo más burdo, una ideología relativista y amoral que potencia la confusión y el desprestigio del pasado. El periodismo y la política se aprovechan de ello. Lo utilizan. Hoy la religión es la Información, el Fascismo se basa en su control.

Dice Joseph que todas las religiones han sido inventadas: los tres reyes magos son las tres estrellas alineadas del cinturón de Orión dentro de la constelación Canis Maior. Sirio es la estrella nocturna más brillante visible desde todos los puntos de la Tierra: un dios. Todas las civilizaciones han divinizado esta triada. Los 3 reyes persiguen -adoran- a la gran Luz. El Sol también es una gran luz y la idea de la Resurrección parece originarse de las oscilaciones regulares del Gran Astro: Vida y muerte. Los 12 apóstoles cristianos vienen inspirados por las 12 constelaciones. La cruz cristiana proviene de la cruz zodiacal. Parece ser que Jesucristo anunció la era de Acuario: el Nuevo Mundo. Actualmente vivimos en la era de Piscis -la era de las falsas ilusiones, de los engaños- y sólo a partir del 2150 se vivirá en la era de Acuario -el tiempo del cambio de paradigma-, así, ¿sería Jesús en verdad un profeta y su idolatría actual esconde la esperanza de un futuro sin ego? ¿o simplemente un astrólogo iluminado o en menor medida, un tipo venido del futuro?

Hoy se sabe que la concepción milagrosa de la Virgen es de origen egipcio y que toda la Biblia esconde el mensaje de su hijo: estamos aquí y vamos allí. De Piscis hacia Acuario. Según el cineasta Peter Joseph, la Biblia es una alegoría astrológica mal traducida, donde se confunde la palabra MUNDO de la palabra ERA. Ahí parece estar la cuestión. Lost in translation. La Biblia es un híbrido literario donde se versiona el personaje de Horus (3500 a. C.) por un personaje alucinado llamado Jesús. El libro está lleno de versiones: Noé es Gilgamesh (2600 a. C) y Moisés es el Manou de la India, el Minos de Creta, el Mises de Egipto; las tablas de la Ley son una versión del Libro de los Muertos tibetano.

Además, hay redundancias narrativas: existen teorías que demuestran que la historia de José (José y sus Hermanos) es un primer intento de contar la historia de Jesús. Dicho artificio respaldaría el hecho histórico de que ningún documento de la época menciona ni una sola vez a Jesús. De hecho, la palabra Cristo significa Elegido y por tanto no es un nombre sino un adjetivo. En realidad se cree que Jesús pudo ser una deidad solar adorada en una secta gnóstica.

Ya establecido el cristianismo en el mundo, en el año 325 el emperador Constantino convoca el I Concilio de Nicea donde, entre otras cosas, se establece un credo común, se elimina el libre albedrío y se promulga el primer derecho canónico. Las resoluciones versan entorno a la sumisión, al control, al ocultamiento de crímenes y a la manipulación de la mente a través del mito de fe: la Historia sólo funciona si la nación o la comunidad CREE.

La idea del control de comunidades a través de creencias construidas a medida, llega hasta el siglo XXI, donde Peter Joseph desarrolla una compleja teoría sobre la familia Bush y los sucesos del 11-S. Según el cineasta las familias Bush y Bin Laden tenían relaciones desde hacía décadas. La familia Bush controlaba una empresa de armamento llamada Grupo Carlyle. El motivo de plantear un negocio entre los dos clanes, aunque retorcido e impensable, pudo ser posible. De hecho, curiosamente, el día del 11-S el presidente Bush estaba acompañado de un hermano de Bin Laden; todo lo demás es historia conocida. Aviones, torres y caos. Pero los dos aviones de Nueva York coparon toda la atención por la espectacularidad de la tragedia, pero, ¿qué ocurrió con los otros aviones?

Uno se estrelló supuestamente contra el Pentágono, aunque nunca se encontraron los restos. Las cámaras de vigilancia del Pentágono fueron confiscadas por el FBI hasta el día de hoy. 

Un cuarto avión se estrelló en Shankville pero, cuando los bomberos llegaron, sólo se encontraron un enorme agujero lleno de cenizas.

¿Qué ocurrió con estos aviones?

Según las investigaciones de Peter Joseph, las autoridades lo justificaron con una teoría basada en las altas temperaturas producida en los accidentes, donde los metales se habían fundido hasta hacer desaparecer la materia. Si volvemos a las torres Gemelas, aparentemente el derrumbe se hace inexplicable: los expertos aseguran que sólo una detonación controlada de miles de explosivos podría dinamitar tales colosos a esa velocidad. Entre los escombros, los investigadores hallaron restos de la sustancia Thermite, usada en demoliciones profesionales y que reduce el acero a mantequilla.

El edificio 7 (WTC7), uno de los rascacielos próximos a las Torres Gemelas se derrumbó de la misma manera que las anteriores, pero siete horas después, pasadas las 5 de la tarde. Era propiedad de Citybank y no fue golpeado por ningún avión: la explicación oficial de su derrumbe se basa en el impacto de los escombros de las Twin Towers y en un incendio interno. 

El sistema de defensa aéreo de EEUU (NORAD) explicó que el 11 de Septiembre aprobaron 9 ejercicios simulados de secuestro aéreo que coincidieron con los atentados.

El informe final de los atentados del 11-S fue escrito e ideado por un asesor de Bush -íntimo de Condoleezza Rice, Secretaria de Estado- que organizó el ataque y la invasión de Afganistán. Después de ese texto las palabras terrorismo, terror y armas de destrucción masiva no pararon de repetirse hasta formar parte de la cultura occidental.

El gasto militar de EEUU se incrementó en 100 billones desde el 11 de septiembre del 2001.

         

Cada dólar generado por el Banco Central Norteamericano genera deuda. Esto genera un bucle absurdo en el que el banco está obligado a generar más dinero para pagar su propia deuda. Por eso es imposible salir de la deuda: vivimos en un sistema basado en la deuda. Jefferson dijo en el siglo XIX que si algún día los bancos privados se hacían con la producción del dinero acabarían privando al pueblo de sus propiedades hasta volver a un sistema de esclavitud. En aquella época, los Rockefeller, los Rothschild, los Morgans y los Warburgs eran las cuatro familias que controlaban el dinero, pero querían conseguir la producción del mismo en manos del Estado. para ello, debían generar un incidente: en 1907, Morgan publicó una fakenews sobre la insolvencia repentina de un banco de NY. La gente sacó su dinero de forma masiva, los bancos tuvieron que cobrar sus préstamos y los endeudados perdieron todas sus propiedades. El juez que llevó el caso -casado con una de las hijas de la familia Morgan- recomendó crear un Banco Central paralelo para evitar quiebras de este tipo.

En el film, Peter Joseph nos cuenta más cosas: en 1910, Morgan convocó una reunión secreta de banqueros en Jekyll Island, una de las llamadas islas de oro de Georgia. Supuestamente, allí se redacta la idea de la futura Reserva Federal. La primera ley escrita por banqueros, no por legisladores. Fue redactada por diez personas anónimas y entregada a Nelson Aldrich para introducirla en el Congreso.

En 1913, Woodrow Wilson fue nombrado presidente de los EEUU patrocinado por banqueros. El fue quien dio luz verde para la creación de la reserva  en pago por su apoyo electoral. Años después confesó muy arrepentido, que el sistema de EEUU está controlado por un infernal sistema de crédito. Todo está en manos d eun pocos banqueros.

En 1920 se volvió a generar una quiebra basada en la retirada del dinero de los pequeños bancos: más de 5400 bancos colapsaron, consolidando a los grandes bancos. 

Entre 1921 y 1929 se incrementó el suministro de dinero y se otorgaron grandes préstamos. Se inventó el préstamo marginal: sólo pagas el 10% y lo demás se invierte en bolsa. La trampa legal era que en la letra pequeña se explicaba que era un préstamo que podía exigirse en cualquier momento y pagado en menos de 24 horas.

En octubre de 1929, Rockefeller y sus socios vuelven a hacerlo: sacan todo el dinero de la Bolsa y los bancos comienzan a cobrar sus préstamos marginales en masa; se produce una venta masiva del mercado. Colapsan 16000 bancos. Banqueros internacionales compran bancos y corporaciones a 1 céntimo.

Fue el robo más grande de la historia; y hoy se sigue utilizando dicha técnica. El Crack del 29 fue un plan riguroso del mal, asegura Joseph. Quisieron ser dueños del mundo. El congresista McFadden denunció y explicó la situación en el Congreso e intentó acabar con la corrupción bancaria desde dentro de la política: poco después sufrió dos intentos de asesinato y en el tercero, fue envenenado en un banquete poco antes de que comenzase el procedimiento de destituciones. 

Louis T, McFadden fue banquero de profesión, presidente del Comité de Banca y Moneda de la Cámara de EEUU y el principal promotor de la Ley McFadden de 1927, que liberalizaba las sucursales bancarias de los bancos nacionales y aumentaba la competencia entre bancos miembros y no miembros. En 1931 acusó a Paul Warburg -vinculado a los Rothschild- de ser la mano negra de la Gran Depresión. Acusó a los banqueros de Wall Street de financiar la Revolución bolchevique de Rusia. En 1932 pronunció un discurso demoledor destapando el negocio de los superbanqueros: A través de la Junta de la Reserva Federal y los bancos de la Reserva Federal, la gentuza de todos los países opera con el crédito público de este Gobierno de los Estados Unidos. Mientras tanto, y a causa de ello, nosotros mismos nos encontramos en medio de la mayor depresión que jamás hayamos conocido. [...] Cuando se aprobó la Ley de la Reserva Federal, el pueblo de estos Estados Unidos no percibió que aquí se estaba estableciendo un sistema bancario mundial. Un superestado controlado por banqueros e industriales internacionales... actuando juntos para esclavizar al mundo... La Reserva Federal ha hecho todo lo posible por ocultar sus poderes, pero la verdad es que la Reserva Federal ha usurpado el gobierno. [...] Algunas personas piensan que los Bancos de la Reserva Federal son instituciones del gobierno de Estados Unidos. No lo son ... son monopolios privados de crédito que se aprovechan del pueblo de los EE.UU. para su propio beneficio y el de sus estafadores extranjeros y nacionales, y de los ricos y depredadores prestamistas de dinero. El saqueo de los Estados Unidos por la Fed es el mayor crimen de la historia. La Fed ha hecho todo lo posible para ocultar sus poderes, pero la verdad es que la Fed ha usurpado el gobierno. Controla todo aquí y controla todas nuestras relaciones exteriores. Hace y deshace gobiernos a su antojo. [...] El endeudamiento y el control de la moneda es una forma perfecta de "esclavizar" a toda una población con su plena aceptación y conformidad. Y mantendrá a la mayor parte de la humanidad atrapada en la pobreza y el conflicto. Las correlaciones son abrumadoras, especialmente durante los periodos en los que los bancos centrales amplían sus balances de cartera y manipulan la formación de precios a favor de los banqueros. Efectivamente, los criminales en la parte superior de esta pirámide, se convierten en demasiado grandes para quebrar. Lo extraordinario es que esto es multigeneracional. Siglo tras siglo, políticos, banqueros y la élite consideran este sistema de deuda monetaria como la forma en que debería funcionar. Nuestras mentes han sido distorsionadas para creer que una entidad puede crear riqueza financiera de la nada.

Para contrarrestar sus ataques, fue acusado injustamente de antisemita, debido a que algunos de los bancos que él tachó de ladrones impunes fueron los de las familias judías Loeb y Kuhn.

Fue despedido de la presidencia del Comité Bancario de EEUU.

Llegado a este punto, la sociedad norteamericana ya estaba reducida -o avocada- a la miseria. Entonces, eliminado todo obstáculo, es el momento en el que la Reserva Federal elimina el patrón-oro. Para ello, deben recuperar el oro vigente en la sociedad: a partir de 1933, obligan a los ciudadanos -bajo pena de 10 años de cárcel si se oponen- a entregar sus reservas personales de oro. Así, en ese mismo año, el patrón oro es abolido para siempre (Actualmente EEUU es el país con más toneladas de oro del mundo: 8134). 

Así, este hecho provocó un cambio esencial en el sistema: el valor de las cosas ya no tiene referente material -real-, ahora el dinero está respaldado por nada. Se convierte en una creencia. 

Por eso hoy sólo importa la cantidad -el volumen- de dinero que circula. Así el que más dinero produzca es el que controlará su valor. Comienza la época de arruinar y enriquecer sociedades.

La reserva Federal es una corporación privada: no tiene regulación alguna. Es un banco privado que presta dinero al gobierno. A pesar de ello, el 25% de los impuestos de un ciudadano norteamericano sirve para pagar el suministro de moneda; tres meses de sueldo de un ciudadano de a pie van directamente a los bolsillos de los dueños de la Reserva Federal. Aún hoy no hay ley ni estatuto que regule y describe este extraño impuesto. De hecho, es un impuesto inconstitucional, ya que nunca fue aprobado por todos los estados del país.

Según se cuenta en el film, la esclavitud contemporánea se deriva en parte de este impuesto inventado e ilegal.

Así se controla la economía mundial; así funciona el robo sistemático de riqueza. Pero, ¿hay otra forma de seguir ganando dinero fácil? Sí, la guerra. Las guerras mundiales y la guerra de Vietnam en particular son crueles maneras de hacer caja.

Pero, ¿cómo se entra en una guerra?

Por ejemplo, en 1915, durante la I Guerra Mundial, EEUU permitió a sabiendas el viaje de un barco de pasajeros a las costas de Irlanda. El barco, llamado Lusitania, entró de forma deliberada en una zona de influencia alemana y fue torpedeado por un submarino. Hoy se sabe que fue una del gobierno inglés y el norteamericano. Murieron 1200 pasajeros de los que unos 120 eran yankis. La sociedad de EEUU lo interpreta como una ofensa y en 1917, EEUU entra en la guerra.

Un segundo ejemplo: la II Guerra Mundial. El presidente Theodore Roosevelt pertenecía a una familia de banqueros -de hecho, su tío Fredrick era miembro de la Reserva Federal-, que tenían intereses de entrar en la guerra. Debido a ello, Roosevelt detuvo las importaciones japonesas de petróleo, congeló los bienes japoneses en tierra norteamericana y se alió con China e Inglaterra, enemigos directos de Japón. La cuestión era provocar una respuesta militar contra EEUU: tres días antes del ataque a Pearl Harbour, el gobierno australiano avisó a EEUU de un ataque inminente japonés. Roosevelt hizo caso omiso. No avisó de la amenaza y permitió que la emboscada se produjera: murieron 2400 personas. De inmediato, un millón de voluntarios norteamericanos se alistaron para viajar a Europa a luchar. Una semana antes de los sucesos, nadie quería alistarse.


I. G. Farben fue la corporación más importante de Alemania durante el nazismo y la que más dinero aportó a las elecciones que ganó Hitler. Su negocio fue la empresa química: fabricó Zyklon B, experimentó con prisioneros y absorbió todas las empresas químicas de la Europa conquistada. Al final de la guerra era una empresa totalmente nazificada. Uno de los grandes socios de la corporación fue J. D. Rockefeller. De hecho, según cuenta Peter Joseph, el combustible de los aviones alemanes sólo funcionaba con un aditivo especial que sólo vendía Rockefeller: el magnate llegó a vender más de 20 millones de dólares en combustible a J. G. Farben, destinados a los nazis. Mientras tanto, en EEUU, la UNion Banking Corp. lavaba dinero nazi en secreto: su presidente era Prescott Bush, el abuelo de George W. Bush.

 

El último ejemplo de artimaña mundial para entrar en una guerra y generar un negocio multitudinario es Vietnam. En 1964 se produce un supuesto incidente en el golfo de Tonkin de destructores norteamericanos atacados por lanchas vietnamitas. Tres días después, el presidente Lyndon B. Johnson declara la guerra a Vietnam. Un país de 191 millones de personas ataca a un país de apenas 36. Dos años después, el presidente levanta las restricciones comerciales con la URSS a sabiendas del mercado armamentístico que se había generado con la guerra de Vietnam; así, Rockefeller financiará fábricas de armas en la URSS. La guerra duró 20 años debido a las restricciones en los suministros de armas por parte del magnate americano. Al final murieron más de 3 millones de vietnamitas frente a los 58 mil norteamericanos.






El pánico actual es el primero creado científicamente