lunes, 19 de febrero de 2024



 
Mediados de Febrero

Las listas de la muerte
 
 
Lo de las listas de películas es para mear y no echar gota, más aún en estos tiempos que corren donde las maneras y los protocolos de exhibición son tan volátiles y diagonales que el espectador no sabe si está viendo un film de este año, del pasado o de hace un lustro. Todo el desbarajuste que trajo la Cultura Covid, obligó a retrasar estrenos, rodajes y a cancelar muchos proyectos que tal vez, ya no conseguirán asomar el morro jamás. Esto de la producción de películas industriales tiene un poco de aquella expresión abusiva: en la vida el tren pasa sólo una vez. Bueno pues eso, que el cine y el ferrocarril siempre han estado unidos en muchos aspectos -formales y conceptuales- y que en este no iba a ser menos. Pero vamos al grano: cuando el lector ávido recorre las infinitas listas ofrecidas por críticos experimentados y asalariados por revistas especializadas, uno se asombra de los cambiantes panoramas que tienen unos y otros en la mente, qué lagunas, qué intereses y qué ideologías incluso. Una lista de este tipo -que en realidad es un pequeño canon- puede ser un capricho o un juego, pero de manera inconsciente es también el reflejo de una actitud, de una inteligencia, de una sensibilidad. Y hay que decirlo sin miedo: en general hay mucho crítico incompetente y desabrido, incluso frívolo (en el peor de los sentidos). Así, de todas las listas revisadas, de primeras se puede hacer un buen inventario de lo que podríamos definir como películas sobrevaloradas que no deberían haber sido mencionadas en ninguna publicación medio seria:


Cerrar los ojos
The Killer
El sol del futuro
Napoleón
Barbie
Asteroid Ciy
Passages
Las chicas están bien
La contadora de películas
La ternura
Priscilla
Saltburn
 
La película de Erice es tal vez la peor de todas: pretenciosa, tonta, lamentable, carente de gracia y talento; tortuosa. Terrible. Sólo se salvan los créditos. La de Fincher es una auténtica desilusión teniendo en cuenta que los primeros 20 minutos parecen sugestivos; desde el 2010 no hace algo consistente (excepto pequeños brillos en Mindhunter). Nanni Moreti es un desastre nostálgico sin base ni realidad, un jubileta entregado a la facilidad, a la estampa, ¿dónde quedó la originalidad de Palombella Rossa (1989) o la gracia de Il caimano (2006)? De Ridley Scott no hablemos: nunca tanto presupuesto se ha malgastado de manera tan ridículo. Sin comentarios. Lo de Greta Gerwig es poco interesante, demasiado rosa, demasiado siglo XXI. La sátira y absurdo también tienen su decoro. En cuanto a Wes Anderson qué decir: no se entiende que en un mismo año estrene las mejores piezas de su obra como por ejemplo  La maravillosa historia de Henry Sugar (2023) y a la vez, un largometraje filmado en Toledo de lo más soso, de lo más nihilista que se haya podido ver en décadas. La película de Ira sachs nos muestra que hay mucho petit bourgeois gastando pixels a chorro en problemas de primer mundo que no le interesan a nadie. Y hablando de cine español, tres pestiños indigestos: la de Itsaso Arana bendecida por el dios cultureta de Jonás Trueba. Nefasta. La de Lone Scherfig guionizada por la negada Isabel Coixet. Basura. Y la extraña película de Vicente Villanueva, que en realidad podría haber hecho un corto de animación para un concurso infantil. Pocoyó. La nueva de Sofía Coppola es una desmitificación historiográfica bastante depre, como casi todo lo que ella ha hecho y Emerald Fenell ensaya una especie de film a lo Ostlund que se le queda corto; la última secuencia es interesante.
 
Habría muchas más, pero la cosa no va sólo de destrucción masiva, va de analizar que la inercia industrial de lo cinematográfico está llegando a una dinámica casi telúrica, llegando a una profusión de engendros de tal calibre que en gran medida, muchas de las cintas, ya ni siquiera puede identificarse como películas. Da la impresión que muchos directores se han entregado a eso del cine mutante, el multigénero, la experimentación comercial y no sabemos qué animaladas conceptuales más, olvidando las bases de un arte y un oficio que no sólo trata de la forma o la técnica, que no sólo se basa en el argumento o la reivindicación, que no puede basarse sólo en violencia, el sexo o la comedia. El cine es mucho más y los géneros pueden irse al carajo. Se necesita ingenio y sensibilidad. Por eso, a continuación colocamos la lista de las películas más interesantes de este 2023 pasado:
 
 
Inside the yellow coocon shell
Maestro 
Oppenheimer
Dream Scenario - Beau tieme miedo
La inspiración más profunda
Fallen leaves
La memoria infinita
Chinas - 20.000 especies de abejas
La sociedad de la nieve
The holdovers
 
 
La primera es de Thiem An Pham, un cineasta vietnamita aún no muy conocido que en las próximas décadas dará mucho que hablar; su película es alucinante, hipnótica e inteligente, pero sobre todo bella. Hay algo sagrado en sus líneas, como si se tratase de un poema. Una película milagrosa. El caso de Bradley Cooper es también una sorpresa: utilizando la vida íntima de un músico (Leonard Bernstein), el actor-director convierte un biopic en una preciosa obra plástica de un cuidado exquisito y una precisión narrativa poco frecuente. Brillante. Por la parte de Nolan, como siempre cine asegurado: uno de los únicos directores actuales que navegan sobre un principio artístico, un compromiso que en el arte se denomina responsabilidad estética. Un placer. Kristoffer Borgli y Ari Aster nos traen el mundo de la locura y los sueños, explorando lo onírico de las maneras más sorprendentes. Maravillosas ambas. Laura McGann se atreve a sumergirnos en un estado de seminconsciencia documental, más allá de lo humano, en las profundidades de la muerte. Sobrecogedora. La nueva de Kaurismaki es un poco más de lo mismo, de nuevo su mundo, sus personajes, sus tempos. Nada nuevo, pero agradable siempre.  Maite Alberdi, en un gesto colaborativo, filma junto a uno de sus personajes, la parte oscura de la memoria, un éxtasis del olvido, de la inexistencia. Fundamental. Arantxa Echevarría y Estíbaliz Urresola consiguen en sus dos films, visualizar dos tabúes sociales de una manera natural, encomiable. Un gusto ver cine español a ese nivel. En esa línea, Antonio Méndez Esparza también abre caminos en eso del relato fantástico, surreal. Interesante. Por último, dos películas tal vez camufladas por sus prejuicios, pero apasionantes en su experiencia: la de J. A. Bayona demuestra que el cine del cuerpo no sólo puede ser perverso o soez, cruel y oscuro, sino que puede contar una historia coral archiconocida de la manera más elegante, más verdadera, de la forma más espectacular.  Y Alexander Payne nos trae una película navideña de una sencillez y gracia como no se sentía desde aquel ¡Qué bello es vivir! de Capra.
 
 

 
Muchos detectarán ciertas ausencias en la lista anterior, lo cuál es debido a dos factores distintos. El primero, que por cuestiones ya comentadas, algunas de las mejores películas clasificadas para el 2023 son en realidad del años anterior y por eso se ha confeccionado una tercera lista con lo que llamamos Películas Falsas de 2023 o simplemente, Películas de 2022 coladas como 2023:


Trenque Lauquen
Sobre la historia natural de la destrucción
Tar
Los osos no existen
Saint Omer
Almas en pena en Irisherin
La ballena
El triángulo de la tristeza
La belleza y el dolor
En lo alto


Lo primero: la lista es excepcional. Lo segundo: no me extraña que el film de Laura Citarella haya causado tal estupor entre los profesionales; es quizás la película menos vista por el público por su precaria distribución, pero sin duda, junto al film de Thiem An Pham, son las dos obras más significativas de todo el 2023 (o de lo que se consideraría 2023). La maravilla de Sergey Loznitsa es casi un sueño, una perturbadora historia literaria llevada a lo más real de lo cinematográfico. Única. Un genio. La de Todd Field es una muestra de relato fantástico muy fino. La de Jafar Panahi es la enésima sublimación de un director que si consigue sobrevivir a su cautiverio, seguirá haciendo crecer al arte cinematográfico de maneras imprevisibles e ingeniosas. Un maestro socrático. Alice Diop nos trae de lo mejor del cine francés actual, el cuál anticipa a la mimada Anatomía de una caída de Justin Triet. Martin McDonagh escribe un relato de imágenes poco usual, macabro y divertido. Cine gótico a lo Villiers. Muy agudo. Aronofsky nos sorprende con su mejor film, sin lugar a dudas. Ruben Ostlund sigue confiando en un sátira del poder y en este caso no le sale del todo mal. Laura Poitras nos trae el mejor documental del año pasado: la historia de Nan Golding. Buenísimo. Y Hong Sang-Soo nos trae lo de siempre: hiperrealidad austera, historias simples. Cajas de música. Bien.

Para finalizar, confesar que el segundo factor que obliga a ciertas ausencias es el irremediable hecho de que películas potencialmente interesantes como Pobres criaturas, La zona de interés, Los asesinos de la luna, Perfect Days, Ferrari, El trío en Mí Bemol o Monstruo no han podido ser evaluadas por el momento. Tal vez se queden en el pozo del olvido, tal vez se clasifiquen en años posteriores por críticos de turno. Quién sabe. desde Haymmuvis intentaremos reordenarlas para en su justa medida, adecuarlas a su posible puesto entre las mejores, las peores o las infumables del año.

La muerte está servida.










 
 

miércoles, 7 de febrero de 2024

 
Fortini / Cani
(1976) 

Straub / Huillet 
 




Un libro. Un locutor. Un programa televisivo. Un artículo. El conflicto árabe-israelí. Una mujer fumando en la terraza. Silencio. Colores del norte de Italia. Racismo. Ideologías. Pensamiento antiárabe. Oscuridades sobre las que se leen palabras. Es esta una película de voces, de fantasmas intelectuales, de mensajes anticapitalistas. Cuidado: se trata de un film subversivo. Un canto por la libertad. Su protagonista es Franco Fortini, un lector de Goethe y de Élouard que ahora se lee así mismo, que alguien le propone leer su propia autobiografía, un cuento donde se narra la historia de su familia, la intrahistoria de la 2ª guerra mundial, una confesión personal frente al infinito tema judío y sobre todo, una reflexión sobre la verdad y sobre la mentira. Fortini, alentado por los cineastas Straub / Huillet, afirma: "La historia es una trampa inmunda de monumentos, de piedras, de recuerdos". Tras la palabra, la película muestra documentos, poemas, palabras escritas.

Fortini dice: "Cuando se ve el presente desde un lugar que está fuera del presente, se convierte en el lugar en el que se proyectan los espíritus pasados o por venir". Y entonces la película se convierte en una meditación sobre lo cinematográfico, sobre lo artístico cuando incide en el mundo de las ideas. Ideas filmadas, vidas filmadas, lecturas filmadas. La potencia del acto de lectura es de tal calibre que se convierte en un tipo de resistencia, aunque nadie lo hubiera percibido con anterioridad. De repente, todo se apaga. Entramos en un hueco de la mente.


Fortini dice: "Dentro de unos años ya nadie comprenderá lo que fue la guerra de Vietnam y el conflicto israelí-árabe. Hemos olvidado muchas otras cosas. Sólo quedarán las conmemoraciones televisadas y los libros de historia". Y con estas palabras escritas en 1978, posteriores al rodaje y publicadas por Anne-Marie Faux en 1999, Fortini profetiza una realidad muy fresca, muy pesada. Anuncia que el mito judía pervivirá como pervive el capitalismo, de una forma cruel y absurda. Recordemos que las guerras y los supermercados son los pilares de un sistema que no tiene cerebro, sólo estómago; sin ellas, habría que inventar otra cosa. Hay que inventar otra cosa.

"Me parece que todo eso se ha previsto claramente en la película de Straub-Huillet. Ya no puedo identificarme con su interpretación crítica, ni siquiera con la genial reescritura de mi texto. Lo que he escrito, para bien o para mal, se encuentra en las páginas de este opúsculo con portada amarilla, en su puntuación y en su ritmo. Y no es el yo quien lo ha escrito, y quien escribe, que es ese señor en la foto de Straub-Huillet, cuidando una existencia derrotada, y leyendo, casi incrédulo, lo que otro sí-mismo ha escrito, con un énfasis repercutido por los silencios o por los brillos del presente", dice Fortini. Pero en la película no sólo aparece el intelectual leyendo su propio libro, sino que aparecen los lugares reales donde habita el espíritu de la letra, de la libertad, de la vida. Valles verdes llenos de villas, barrios obreros, una ceremonia judía con toda su pompa. El ritual como una ópera, como un espectáculo para disfrazar una ideología inmunda, un cuento chino. La diáspora judía. Mitología social.

Dice Fortini: "Y hoy muchos de nosotros aceptamos la imagen mentirosa a la que algunas películas querrían acostumbrarnos: la imagen del caos y de la extravagancia. Nuestros enemigos sólo se hacen fuertes con nuestra debilidad". El marxismo teórico que Fortini desarrolló en los años que fue miembro de la revista Il Politecnico, es aplicado a lo literario, a lo fílmico y captado en toda su grandeza, digerido de una forma crítica por la mente de un hombre que luchó como oficial en el ejército italiano en el principio de la guerra y que acabó luchando con los partisanos en Valdossola. Toda esa acción, toda esa carrera contra la injusticia se fraguan en el libro que lee ante la cámara de Straub/Huillet, Los perros del Sinaí.

 
Asegura Fortini: " [...] a partir de ahora ya no cuenta lo que ocurre en casa del vecino, porque no somos vecinos de nadie, ni siquiera de nosotros mismos, y no existe ninguna cuestión judía o árabe, de la misma manera que ya no existe ninguna cuestión cristiana o marxista o blanca o negra o roja: no existe nada. Pero el verdadero orgullo me dice que no es así". El problema de la ideología se plantea así en la cabeza de aquel que fue amigo de Sartre, Lukács, de Brecht. Hoy, dentro del fenómeno alentada por Fukuyama, los principios parecen perderse en la repetición, si nada es eficaz, ¿para qué luchar por el mundo?, ¿o no será que el sistema vigente permite el horror para subsistir, la cultura de clases para funcionar?, ¿no será que todos somos víctimas y verdugos dentro de un perverso status quo?
 
 

 
Fortini dice: " [...] y si Straub ha comprendido y ha dicho todo eso tal y como un músico dice su música a partir de un libreto, es así porque él mismo está dominado por la ausencia, porque él y yo podemos esperar anunciar un futuro (es eso lo que queremos) simplemente señalando, con exactitud, las fosas de la ausencia, las lagunas de lo real". La película se mete en esas grietas que el lenguaje escrito deja a la vista. Pues toda película de Straub/Huillet plantea otras muchas preguntas: ¿qué es lo que vemos?, ¿cómo lo vemos?, ¿la película es la realidad o un teatro?, ¿es amnesia o memoria?, ¿para qué sirven las películas? Fortini escribe: "Straub ha alejado y cerrado para siempre no sólo un episodio de la interminable Judenfrage, sino también un intento (el mío) de ajustar ciertas cuentas, de deshacerme de ellas. La película va más allá".
 
 
"No aquí sino en otra parte» es el pensamiento dominante de la película. Pero esto significa en verdad: «No hoy, sino ayer y mañana». Su intención profunda no es diferente de la que había sido la mía. Se dice con otros instrumentos, se dilata hasta una mayor significación". La interrelación de disciplinas crea puentes fantásticos que inciden en la imaginación, en el pensamiento. Las imágenes del film son como páginas del lenguaje de un dios que sueña, que da vueltas a los conceptos, que ilustra de forma abstracta hechos concretos a los que no acude de manera explícita sino por alusión lumínica, sonora. El cine, ese arte que trabaja con los sentidos inmediatos, intenta tocar la emoción a través de las ideas, sucediéndose en el presente de la lectura.
 
 
"Y lo que hemos buscado escribir contra el mundo se repite hoy distraídamente contra nosotros y contra las verdades en las que seguimos creyendo". La Naturaleza, la arquitectura de las ciudades en la lejanía, la fisonomía de los seres humanos en quietud, el humo del tabaco, el sonido de los pájaros, las respiraciones, la concentración del lector Fortini que también fue traductor de Weil, de Gide, de Proust. Los planos certeros de Straub/Huillet, esa serenidad fílmica que muy pocos, por no decir ningún cineasta consiguió de manera tan plena, todo eso ronda de manera volátil alrededor del holocausto, del infierno de las guerras, de la instrumentalización de las religiones como ideologías políticas, convertidas en tiranías xenófobas. Israel no es ni será un Estado por pleno derecho. La comunidad judía fue y será como todas las demás. Franco Fortini lo demuestra con el argumento de su vida, leído desde un patio de la isla de Elba filmado por Straub/Huillet, esa dupla fílmica que fue y será la horma en el zapato del terrible capitalismo que sigue devorando víctimas, hablando por boca de los medios pervertidos por el dinero, convirtiendo la realidad en una excusa barata para enfrentarnos a unos con otros, utilizando los cuerpos y las almas como moneda de cambio de su mercado ficticio de bienes terrenales.