LAS LISTAS MALDITAS DE LA HISTORIA CINE
Hay, seguramente, tantos listados de películas favoritas como cinéfilos, lo cuál deja inservible -a priori- cualquier canon oficial. Críticos profesionales de todo el mundo valoran una serie de películas que pretenden dar una orientación de virtud, de ejemplaridad. Ya la práctica de Harold Bloom en literatura tuvo su polémica, pero también tuvo su gracia. Cuando un erudito expone sus gustos, también aclara sus carencias. Las de Bloom eran enormes, pero en sus campos de trabajo preferidos, eran muy sugestivas. La literatura no es el cine: el cine no tiene más que un siglo y poco de vida; la literatura lleva haciendo cribas desde hace más de 2500 años. Así que no hay ponerse muy nervioso con esto de las listas. En el mundo del cine no existe de por sí ningún gurú emblemático que a golpe de canon ordene el cajón desastre de las películas que cada año aumenta de forma exponencial, inhumana. No hay ningún crítico que haya visto todas las películas existentes: no hay tiempo natural ni cerebro capacitado. Por tanto, todo son tanteos, memorias vagas que hoy pueden ser más precisas, pero que siguen siendo vagas. Llegado a este punto en el que cualquier aficionado puede acceder a films casi imposibles y crear su propio criterio, el gran desafío parece ser no el de encumbrar unos títulos u otros sino el de separar la paja del grano. Qué es cine y qué no lo es. Alejándonos del todo vale o del todo es lo mismo, saltando por encima a la ignorancia y al analfabetismo, a los intereses sociológicos o económicos, hoy el reto es eliminar todo lo que sólo sea espectáculo o televisión para quedarnos con el arte, el oro, el rastro del arte cinematográfico. Por ejemplo, en la prestigiosa lista de Sight and Sound sobran claramente películas como Singin' in the rain (1951), The Godfather (1972), Apocalyse Now (1979), Do the right thing (1989), The night of the hunter (1955), Taxi Driver (1976), Psicho (1960), Barry Lyndon (1975), North by Northwest (1959), The Piano (1992), Blade Runner (1982), Goodfellas (1990), Chungking express (1994), Parasite (2019), Vagabond (1985), Get out (2019), Jaws (1975), Wild Strawberries (1957), Orlando (1992), Heat (1995), Under the skin (2013), Wings og desire (1997), Zama (2017), The tree of life (2010), Mad max (2015), Melancholia (2011), Indiana Jones (1981) o Petit maman (2021), intentos fallidos -por un lado- para dar prestigio a grandes producciones que caen por su propio peso y por otro, para introducir bastardos contemporáneos que no lo merecen. Y esto de su lista de 200 películas que revisan cada diez años. En 2024 han sacado la última y han colocado a Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975) de la cineasta belga Chantal Akerman, como la más valorada por encima de las intocables Vértigo (1958) y Ciudadano Kane (1941). Los tiempos cambian y siempre hay que pensar que es para mejor. Aunque la película de Akerman no sea por sí misma la mejor película de todos los tiemos, tal vez esto sirva para que en los próximos 10 años, parte del público común conozca la obra completa de esta poeta de la imagen tan inmerecidamente olvidada. Así como tal vez es exagerado que Bello trabajo (1998) de Claire Denis se sitúe en el 9º puesto, obras de Maya Deren o de Marguerite Duras deberían aparecer más arriba. Una de las curiosidades de esta famosa lista es que si se empieza a revisar por el final, aparece un nuevo canon, un anticanon, aún más interesante que el oficial. A parte de todo esto, lo más importante es que el corpus crítico conserve a lo largo del tiempo las películas eternas que deben acompañar a la Humanidad en su largo viaje y no dejarse seducir por falsas tendencias o espectáculos. Hay que asumir que el cine norteamericano y el francés ya no dominarán el futuro y por eso hay que guiñar un ojo antes de aceptar ciertas elecciones que no son más que errores o caprichos de una cultura materialista que el arte cinematográfico no puede asumir.