viernes, 30 de noviembre de 2012





Honor de Cavallería 
(2008)

Albert Serra




LAS MUTACIONES DEL ESPÍRITU



Las cosas ocurren aparentemente, se suceden y se dejan llevar por los cambios materiales que configuran el mundo de las apariencias. Toda apariencia es una representación de una idea, es el simulacro de un convencimiento que se va haciendo real en función a la calidad de su persistencia. Hay cosas que resisten el solapamiento de los sucesos, o sea, que resisten la mecánica de la Historia, manteniendo la esencia de su origen, la fuerza que los vio nacer. Los hombres siempre han hecho lo mismo en el mundo: han intentado apropiárselo para poder entenderlo, para tranquilizar a su corazón y sosegar su incertidumbre. Hay hombres que se han apartado de lo demás, para demostrar que la vida inventada a través de generaciones, no es más que una mentira y éstos, convencidos de que el mundo es otra cosa, han sacrificado su cuerpo por su espíritu y lo han dejado andar, perdido por los bosques. 
El hombre necesita silencio y plenitud, necesita aventura y amaneceres; es un animal sin nombre que no sabe a quién pertenece. Por eso hay hombres que llevan una historia por dentro que les salva de lo demás, que se despojan de todo y que viven desnudos, muy vulnerables ante cualquier suceso, tan convencidos de que la vida es interior, que todo se transforma ante sus ojos, aunque fuera no parezca pasar nada, todo se convierte en un fake de lo que realmente debería estar pasando. Es hermoso ver cómo un sueño nunca termina, ver cómo sigue respirando cada vez más fuerte, aunque cada vez parezca más ridículo y absurdo. Tal vez, ese sueño, en su origen, fue así, tal y como lo vemos ahora, desnudo, sincero, silencioso y todo lo que imaginamos sobre él era un error por nuestra parte; un bosque que no nos dejaba ver lo que el sueño quería mostrarnos desde en principio: algo así parecido al cielo.



(toda apariencia es una sucesión, 
un disfraz que oculta la inexistencia del tiempo, 
la inmortalidad de los deseos)




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