sábado, 7 de marzo de 2015




THE FOXCATCHER
(2014)

Bennett Miller




Cuando un hombre realiza un movimiento por primera vez, es torpe; cuando lo realiza un millón de veces, empieza a entenderlo. Para dominar un movimiento es preciso repetirlo hasta el infinito para que forme parte de ti, para eliminar el pensamiento y dejar simplemente, que la eficacia del gesto se realice por sí misma. Los deportistas de élite lo hacen continuamente, acumulan repeticiones que les separan de las murallas mentales de la razón y les llevan a las mágicas lindes de la pura intuición. No hay nada igual como ver a un animal galopar, volar, cazar, interceptando el azar de la naturaleza, adaptándose instantáneamente al otro, de la mejor manera posible; una forma  muy cercana a la perfección. Bennet Miller tiene una habilidad asombrosa de contar historias, historias, como dice Godard, que son distintas a las demás, pues estas se proyectan sobre una pantalla. La pantalla es para Miller un territorio de pasiones, un nido de cuestiones sin resolver, una misteriosa caja de Pandora. Desde su divertidísima y ligera The Cruise (1998), pasando por su irritante salto a Capote (2005), se instauró en la flamante y camaleónica Moneyball (2011) como un autor dispuesto a decidir su propio camino. Sus personajes no hacen otra cosa que intentar romper las reglas, destapar el pastel e intentar ser libres. Las imágenes de Miller se embarcan en esta aventura sin mapa que intenta solucionar ese grave dilema contemporáneo de cómo y por qué contar una historia. Miller opta por la mirada clásica, la de la imagen sencilla que se hace clara, que va de la oscuridad a la luz, a la vez que la conciencia y los actos de sus personajes. En Foxcatcher, Miller avanza un paso más, pues se coloca en el lugar de un hombre que sufre la soledad y un destino muy particular. A través de la meticulosidad con la que filma la vida de un deportista de elite y la realidad que consigue captar, Miller logra un nivel mayor de sensaciones, donde el argumento y el mundo filmados acaban por mimetizarse para hacerse un único relato. The Foxcatcher trata de la caza de nuestros deseos, la caza de un luchador que lucha, como todos, con él mismo; pero a él sólo le interesa un gesto, un movimiento repetido como una gota de agua en el aire que se forma y se deshace sola. El logro de Miller es que la filma.
Todo el cine de Miller es una repetición, una copia de un suceso real que se transforma en relato para, de alguna manera, purificarse. The Foxcatcher es, de momento, su ejemplo más brillante, la copia más exacta de su idea personal del cine, la repetición más eficaz de su gesto. Bennett Miller demuestra que en Estados Unidos existe un cine realmente autónomo, que utiliza sus propias imágenes y que desafía al sistema lanzándole su propio boomerang. En su cine siempre hay una revelación y un secreto; algo que podemos ver y algo que no. Eso, tal vez, es la esencia del cine. Eso tal vez es la esencia del arte. El logro de Miller es que lo filma.




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