miércoles, 11 de diciembre de 2013







MAN WITH NO NAME
2009
Wang Bing






Él no habla. Él no canta. Él no mira. Él siembra, cuida y recoge, él come, limpia y duerme. También fuma y arranca trozos de mierda de vaca en una carretera por donde ya no pasa nadie. Él vive en una cueva llena de tinieblas y enciende una vela para llamar a la luz. Pero no mira. No habla. Sólo anda de aquí para allá, sabiendo lo que tiene que hacer -lo que él ha inventado- sin perder un minuto. Si no hace lo que hace, morirá, pero él no quiere saber qué es la muerte. Él es un hombre en el que se concentran todos los hombres que no están. Me explico: donde él vive no hay nadie porque todos se fueron de allí y por eso él sobre todo anda y camina mucho de aquí para allá, para buscar cosas que le faciliten otras, para encontrar algo que le sirva para inventarse otro algo parecido a lo que no existe, porque donde él vive, nada existe en realidad; para los demás, él tampoco existe.
Es un film sobre la inexistencia aunque también trata de un hombre que no habla y también es una prodigiosa máquina del tiempo o cohete espacial filmado por Wang Bing, que nos lleva a un mundo desierto y hostil donde el hombre no tiene lugar. Podría ser la luna. El film es un hombre viviendo en un planeta extraño llamado tierra, donde sólo habita él, donde sólo respira él, donde, cuando muera, nadie se dará cuenta, ni siquiera él mismo. El film de Bing reúne la mayoría de los elementos de la estética contemporánea: el outsider, la deriva, la ventana, el paseo, el desierto, el vacío, el silencio, la imagen, el misterio, la aventura, la contemplación... bueno, quizás todo ésto sean sencillamente los motivos de siempre y tal vez, a lo que se llama contemporáneo no sea más que una continuación de esa soledad que viene masticando al hombre desde la Edad Media. Por eso decía lo de la máquina del tiempo, pues con Bing viajamos mucho más allá de la China desonocida y extraterrestre, sino que vamos mucho más lejos, tan lejos que nos encontramos a nosotros mismos en todos los tiempos, representados en esa esencial figura que se mueve lenta y sin hablar, alejado de la histeria y de la neurosis que infecta a las ciudades contemporáneas (!oh lo contemporáneo, ese gran desconocido¡). Bing no nos muestra un paraíso ni mucho menos, sino un molde interior de lo que somos en realidad despojados de toda la parafernalia que parece que mantiene en pie a la esquizofrenia social, lejos de los artilugios que parecen querer hacernos creer que podemos ser inmortales y ubícuos, cuando realmente, seguimos siendo sólo eso: alguien que recoge mierda del suelo para sobrevivir.
El film es pura ausencia y a la vez, puro barroquismo, me refiero, a un vacío que se ve en cualquier rincón sin dejar hueco a nada más, por eso es un film barroquista y ausente, un film fantasma que filma a un fantasma vagando por un tiempo que le es ajeno. El no es un héroe sino un campesino. Él no es un ejemplo sino una excepción. No es la respuesta sino una pregunta. Él es el dios de su propio mundo y por eso somete a todo y todo se le da.
Hay un momento especial en el film, en cuál el campesino se tropieza con una piedra. Al instante, la coge y le da varios golpes, castigándola con ira. Es el único momento en el que podemos ver su poder, su poder sobre las cosas en un mundo que cree suyo pues sólo está él y porque, de alguna forma, él lo ha inventado todo. Él es un dios y Bing es un filmaker que se transforma en  follower para ver qué ocurre en un lugar cuando no hay nadie. Me imagino a los dos caminando por los caminos desiertos de China y lo que es un film casi metafísico, se transforma en una comedia de autor (¿qué será eso?). Pero eso sólo me lo imagino yo, pues Bing nunca aparece, pues su objetivo es filmar como un fantasma.
Un fantasma sólo puede ser filmado por un fantasma.
Man with no name no es un film triste, ni un film doloroso, sino sólo una existencia desnuda y pueril llebada al grado cero de la parquedad, es un regreso a las cuevas, una profecía troglodita de lo que quizás esté por venir si algún día desaparecen todas las comodidades que hipnotizan y cogelan el espíritu. Se está mejor en el sofá... pero él no tiene sofá y todo es peligro a cada segundo y las estaciones pasan sobre su cabeza sin pasar, siendo su cuerpo una constante que lucha y que dura por sobrevivir un día más en ese extraño lugar donde todas las teorías de Locke y Hume se deshacen, porque Bing filma un hombre que es un hombre a pesar de no vivir con los hombres y que no habla porque no lo necesita y que no llora porque no quiere llorar, sólo quiere recoger boñigas en el camino para seguir muriéndose de miedo en su cueva del desierrto.










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