domingo, 6 de mayo de 2012




SALESMAN 
(1968)

Maysles brothers




 ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿qué es lo que pretendes?
 Quiero ser un hombre rico en esta tierra de mierda



Para comenzar, os presentaré: ellos son The Bull, The Gipper, The Rabbit y The Badger, cuatro hombres que saben que no hay nada como la mentira en este mundo, nada tan sugestivo como ella, tan alimenticio, tan supremo, tan básico. Existen modos supervivencia que canalizan este estado del deseo natural y transforman la ficción en un elemento indispensable. Crear esa mentira es una cosa, ser esa mentira es otra. Esta es, sin duda, la diferencia sustancial que separa a las películas de los personajes reales que aparecen en los trabajos de los hermanos Maysles; seres desconectados de la realidad que cantan canciones del pasado, viviendo existencias imposibles, pero finalmente reales, llenas de mentira, una mentira que les ha dominado y que gasta sus días, transformando la tristeza en un oficio.
¿Cuál es la historia más vieja y más conocida del mundo? Seguramente la nuestra, la de te voy a decir lo que necesitas para sobrevivir, pero tendrás que darme algo a cambio. Siempre hay una trampa cuando existe un interés, siempre hay un engaño cuando alguien te vende algo, aunque sea el mismísimo reino de los cielos cayéndose a cachos.Los hermanos Maysles volvieron a Boston para ver a sus antiguos amigos, para filmar cómo vivían muchos años después de conocerlos y les encontraron a todos vendiendo Biblias o lo que es lo mismo, practicando el trabajo más viejo de la Historia: el engaño. 
Todos los rostros que aparecen, son rostros de hombres que han pactado con el diablo más allá de sus intenciones, de sus almas, de su suerte. Todos sus recorridos son trayectos por un infierno muy real, un infierno de casas con jardín a plazos, donde los clientes saben sin duda que van a ser engañados y aún así, son convencidos de que el bien está escrito en unas cuantas hojas que otros escribieron. Los Salesmen hablan a los pobres más pobres y a los inocentes más inocentes, de gastar sus últimos dólares en la necesidad básica de comprar una vieja historia empapelada en oro que nunca van a leer. Los rostros de los Salesmen, son las historias que no nos cuentan en la película, son las palabras que no nos quieren decir porque no pueden, porque este es su lado oscuro, porque ahora son los vendedores del mal, algo así como los jinetes del apocalipsis venidos a menos, habitando una época en la que, en vez de caballos, viajan en cadillacs. Los Salesmen poseen vidas ocultas a sus espaldas, trabajan con nombres inventados que hablan de sus cualidades en cuanto a la mentira, personajes de fábula recorriendo los barrios de la Tierra, con caras de personas corrientes, muy corrientes, que esconden un secreto del que no hablan hasta la noche, cuando se juntan y recuerdan cómo han intentado vender la historia una vez más, un día más.
Muy lejos de las nubes, donde las cosas se mueren, caminan estos jinetes con sus maletas, vendiendo su destino en cada puerta, lejos de sus sueños, lejos de otra vida, la vida de los hombres. Viven en silencio y por las noches se juntan a jugar a póker con el poco dinero de los inocentes, es su trabajo: llamar a las puertas y engañar a cualquiera en el nombre de la eternidad, portando unos rostros que hablan del mal, si verdaderamente el mal existe. Cada día cuentan sus fichas y entre ellas puede estar la tuya y llamarán pronto a tu casa para venderte una cosa, algo así como la historia más vieja y más contada del mundo.











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