domingo, 29 de abril de 2012





L´ATALANTE
(1934)

Jean Vigo





 ¿llegaremos pronto?
 ¿a dónde?
 a cualquier sitio


Si metes la cabeza dentro del agua, siempre hay que hacerlo con los ojos abiertos para saber dónde se encuentra el amor. Así el río y el agua se transforman en un mapa que no lleva a ningún sitio en concreto, sino a todos lados, a través de todos los movimientos y los reposos que configuran la existencia. Cuando tocas fondo, puedes tocar el suelo y desaparecer, puedes hacer las cosas que nadie ha hecho, para hablar de un viaje y no parar de cantar que no nos embarcamos para vaguear, que no viajamos para descansar. Nuestra lucha está en el fondo, donde las cosas se pierden, donde todo está roto o está aún por romperse; un lugar para ser feliz.
Nadar es volar.
Jean Vigo es un mago de la materia y hace que las figuras vuelen y los muñecos hablen, mostrándonos lo que nos quiere decir sin apenas sospecharlo, de una manera tan rigurosa y sencilla a la vez, que todo queda claro y transparente para el entendimiento, cuando éste acepta que no sabe nada.
L´Atalante es un conjunto de claustrofobias y enormes extensiones, de ligeros silencios y melodías que nos llevan de viaje sin darnos cuenta, en un barquito, sin pedir apenas una historia, sin extrañar nuestro hogar, provocándonos sólo un deseo: ser un tripulante más en la vida del movimiento.
Lo importante es saber que uno viaja.
Jean Vigo consigue que embarquen los elementos más importantes de los deseos y los hace adentrarse en su devenir, en un caos acuático de formas, en una metafísica del paisaje y en una construcción selecta de la realidad; un mundo de los cuerpos parlantes, de las manos en cloroformo, de canciones inmortales, de mujeres con dudas, de mujeres enamoradas y confundidas que se transforman en hombres sin respiración, en hombres ebrios luchando contra el aire, en una partida de damas, imposible de ganar donde lo más hermoso es lo más salvaje.
A bordo del barquito, viaja un cine que se olvidó, el cine sin palabras, el cine de los cuerpos y de los sueños sin abrir la boca, del golpe, la risa, el rostro; pero a la vez también viaja en potencia, gran parte del cine futuro, empezando por Giuletta de los espíritus, Los 400 golpes, La huella, Fando y Lis, por ejemplo; profetizando películas como La Havre, E la nave va, The river, The hole, La infancia de Ivan o Pierrot le Fou, inventando una temática de la libertad y de los sueños, anárquica en cuanto a la justicia del individuo y su destino, mostrando que el cine siempre fue algo muy, muy extraño, algo muy especial, muy distinto de lo que se nos ha hecho creer.
En ese barco se fue lo que el cine pudo ser: todos los espíritus en una misma revolución, navegando sin rumbo hacia el misterio.



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