lunes, 15 de marzo de 2021

 
 Carta Abierta a Orson Welles (5):



 
Querido Orson:
 
La bola de cristal ha terminado por romperse y la maldición de Rosebud ha plagado la pantalla con todos sus estigmas. Tú nos has descubierto que la luz es la transición verdadera hacia los muchos rompecabezas que la realidad propone. ¿Eres un reflejo de realidad o la realidad de un reflejo? Las cosas se van transformando en su propio laberinto a base de acumularlas, en una estructura dedálica que ya iniciaste en The Hearts of Age (1934) y Too Much Johnson (1938), imitando al cine mudo para entrar en el cine sonoro; ¿no son en realidad lo mismo?, ¿qué sería la imagen si no fuera un sonido? No sé por qué separan esos dos mundos si el secreto sigue encerrado en la nieve. Rosebud sólo es una pista que hace cambiar la dirección del tiempo, deseando siempre comenzar desde el principio, volver a las verjas góticas, al cartel de "prohibido el paso", hasta dejar al espectador fuera de la ficción para que no se lleve la ilusión a casa. Joseph Losey lo aprendió bien. Accident. Llegado a este punto, sólo puedo preguntarme, ¿qué pesa más lo artístico o lo intelectual? Al ver Ciudadano Kane -en cuya versión original se llegó a titular América- tiemblo asombrado ante un Dr. Frankenstein sin cabeza, ante la obsesión destruyendo el concepto clásico de cultura, colocando una tela de terciopelo negro sobre el cuerpo del film para crear una nueva profundidad, próxima al vacío. Tu película es un diamante que gira alrededor del sol. El público espera sediento dentro de la jaula, anhelando las extrañas peripecias de esta película etimológica que esconde su secreto en la superficie, en las apariencias, ¿no es el cine una mera apariencia errante que se convierte en fantasma, en sombra, en rey? Con tu cañón de Futuro, destruyes la coherencia y el realismo, agigantando lo humano sólo para actuar, hacer y ordenar un film que acaba siendo otros muchos -y que sigue multiplicándose-, una obra impredecible sobre el hombre más solitario de la ambición montando en trineo. Ya habías coronado Brent Wood Hill y escrito cientos de historias cuando hiciste investigar al periodista Jerry Thompson sobre la esencia de la vida de un hombre singular como Kane, ¿qué quisiste encontrar en medio de aquel naufragio, después de que un año antes fracasase tu proyecto basado en El corazón de las tinieblas? Habrías fllmado a Dita Parlo, jugado con las frases de Conrad... pero tan sólo te dejaron construir los pilares de lo que más tarde fue una leyenda de marcianos, una pesadilla sin término. Ahora mismo, Susan Alexander te abandona para siempre hasta que vuelva a nevar y todo pueda comenzar de nuevo. Nos vemos en Xanadú.



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